Wednesday, February 16, 2011

Destello

Un destello fugaz en la oscuridad.

El inmenso dolor ya había desaparecido, unas pesadas cadenas se habían fundido, convirtiéndose en ceniza.
Nadaba en una calma eterna, despojada de las pasiones y de cualquier otro sentimiento. Incluso, estando sola en medio de aquellas tinieblas, no sentía la soledad.
No recordaba qué era.

Un fugaz destello en la oscuridad y el silencio.

Poco a poco, iba tomando consciencia de su propio cuerpo: sus largos y sedosos cabellos acariciando su espalda; sus largas pestañas cayendo suavemente ante sus pupilas; y sus manos, que empezaban a palpar, con curiosidad expectante, sus largas piernas, sus brazos, sus ardientes mejillas, sus pequeños pies, su vientre, sus pechos. Su sexo.

Otro destello en la oscuridad y las emociones, antes diluídas en aquel mar de calma, empezaron a embargarla y, de repente, sintió la urgencia y la necesidad de salir de ahí.

Angustia y miedo.

Sí, tenía que correr hacia aquellos destellos, pues ahí se encontraban todos sus recuerdos, todo lo que la hacía ser ella misma.
No quería volver a sentirse sola. No, nunca más, aún cuando el dolor más espantoso e insoportable la esperara al otro lado.

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Abrió lentamente los ojos. De la oscuridad pasó a un paisaje borroso, casi imposible de discernir, solamente luces que la cegaban desde todos los lados y el eco de una voz (o múltiples de ellas, no sabría decirlo) retumbaban en su cabeza. Movió los dedos con delicadeza, tratando de agarrar algo sólido que la sostuviera, que por fin la devolviera a su mundo: era un tejido mullido y sedoso. Sus manos se agarraron fuertemente a ello, mientras parpadeaba con fuerza para por fin poder saber dónde se hallaba. Notó que, mientras se aclaraba su vista y los colores y la luz se afianzaban a su alrededor, unas cálidas lágrimas caían por sus mejillas casi como torrentes.

-¡Anie! ¡Yume se ha despertado! ¡Ven, deprisa!

Como si una violenta mano la hubiera arrancado de sus tinieblas, sintió cómo si la hubieran lanzado con fuerza y sin escrúpulos a la realidad. Y, al observar por fin con sus propios ojos lo que acontecía a su lado, sintió un regocijo imposible de describir: Lyr estaba sentado a su lado sobre la cama dónde ella yacía, y sonreía con una sonrisa que nunca antes le había visto, de oreja a oreja. No sabía si era felicidad o de alivio. O ambas cosas a la vez. Pero, al observar sus ojos grises brillando como dos joyas plateadas, su corazón se aceleró y sintió que en sus mejillas ardía un fuego que consumía todo lo demás, arrasando con todos los pensamientos que la habían invadido al despertarse.

Anie apareció poco después, abriendo la puerta con fuerza, y, corriendo hacia ella, se fundió con Yume en un gran abrazo, entre lágrimas.

El júbilo y un punzante dolor en el vientre la invadieron.

-¡Auch! ¡Dueleeee! - exclamó, aún entre lágrimas, ahora con el sabor de una emocionante alegría.

-Lo...lo siento. ¡Te quiero mucho Yume, mucho! - balbuceaba Anie, entre sollozos - Por un momento creí...

Ambas se abrazaron y se pusieron a llorar, Anie en el pecho de la rubia y esta última acariciándole los cabellos a su amiga, con ternura.

-Estoy bien Anie. Ya pasó. Yo también te quiero.

Lyr miraba la escena con una sonrisa extrañamente dulce en él, recostado contra la ventana cerrada de la habitación, los brazos cruzados.

-Anie llorando cuál damisela, y Yume matando monstruos a sangre fría - -espetó, sin dejar de sonreír - Sin duda esto es una señal de qué algo está cambiando en este mundo - Por cierto, seguid, no sabéis cuánto me gusta ver a dos mujeres así de...cariñosas...

Anie se incorporó, levantándose de la cama, y le propinó un puñetazo al brazo del joven, después de enjuagarse las lágrimas con el reverso de su otra mano.

-¡Se...Serás! ¡Te juro que te mataré con mis propias manos, más pronto que tarde!

-Típica reacción de princesita sensible que se hace la dura.

La morena se abalanzó de nuevo contra él y empezó a caer sobre el pecho de Lyr un huracán de puñetazos airados y, con rapidez, Lyr se desembarazó de ella y empezó a correr por toda la habitación, huyendo.

-¡Yume, conviértete en una Berserk y ayúdame! ¡Yumeeee!

La rubia no pudo contenerse más y estalló en carcajadas, con unas risas que recordaban al sonido de las campanillas acariciadas por una brisa primaveral.
Lyr y Anie se detuvieron y se giraron hacia ella, ambos con la misma ceja levantada, como si hubiera llegado a un acuerdo. Luego ambos se miraron, con seriedad, hasta que las risas de Yume les contagieron y se unieron a ella, ya incapaces de perseguirse y de proseguir con aquel juego.

-¡Ah! ¡Sois malvados! ¡No puedo dejar de reír y me duele mucho! ¡Jajajaja!

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-¿Realmente no te acuerdas de nada?

Habían ayudado a Yume a recostarse en la cama después que el médico hubiera confirmado que la herida del vientre no había atravesado ningún órgano vital. Solamente tendría que estar algunos días en reposo.
Era hora, entonces, ya con los ánimos más calmados, de volver a pensar en otros asuntos.

Yume negó con la cabeza a la pregunta de Lyr, con el rostro algo desconcertado.

-Después de perder el conocimiento no me acuerdo de nada más - se retiró sus rubios cabellos tras las orejas, pensativa - Y menos de haber matado a tres Lamat.

-Qué extraño... - Anie la miraba, el ceño fruncido, mientras le acariciaba la mano de forma maternal - ¿No te acuerdas de haberte comido ninguna hierba rara que encontraras por el camino?

-Dudo que Yume se vaya purgado con hierbas, como los gatos, aunque a veces parezca una gatita - Lyr se rascó la barbilla, componiendo una media sonrisa - Más bien me recuerda a uno de los trances que tuve que padecer durante mi estancia en Fortaleza. Pero aquello, realmente, fue culpa de la magia de Agros...o eso me comentó Melack.

Anie le miró, sorprendida, los ojos como platos.

-Nunca nos lo habías contado.

-En aquellos tiempos no me hubierais creído. Además - sus ojos se volvieron sombríos, por un instante, hasta que parecía que absorbían toda la luz de alrededor - Me resulta difícil hablar de eso. Ahora hay que mirar hacia adelante y buscar respuestas ante nuestros ojos. Ya habrá tiempo de reflexionar sobre el pasado. Siempre lo hay.

Yume le miraba con una mezcla de incredulidad y curiosidad, tratando de incorporarse aún más en la cama.

-Así que, cuando tuviste aquel ataque violento conmigo en Fortaleza...¿No eras tú mismo?

Lyr dejó escapar un suspiro.

-Lógicamente no me acuerdo de nada de lo que pasó. Si era o no yo mismo, es algo difícil de responder.

-Entonces...¿Algún archimago ha obrado un oscuro hechizo sobre mí para controlarme a su voluntad? - Yume cerró los ojos y se llevó la mano en la frente - Aaahh...¡Me siento confundida y mareada! ¡Quiero salir a dar un paseo!

Lyr y Anie se miraron de reojo y no pudieron reprimir una breve carcajada.

-¡Pero si aún no sabes hacia dónde te hemos llevado! - intervino Anie, los brazos en jarras - ¿Y si en realidad fuéramos creaciones falsas de tus amigos? ¿Y si fuera otra treta del Archimago Oscuro?

-N...nunca caería en tal engaño - se acarició sus largos rubios cabellos, con nerviosismo - Aunque no atendiera en las clases de Alta Magia, es imposible crear dobles con un simple conjuro...

-Siento decepcionarte, pero sí es posible - Lyr compuso una expresión tenebrosa en su rostro y, luego, cerró los ojos con calma, alzando su dedo índice hacia el techo - Alto conjuro número 15 del Capítulo de Ensoñaciones del Libro de la Alta Magia de Jaspire.

-"El primer paso consiste en escribir los nombres de las personas, animales o cosas en Alta Lengua - prosiguió Yume - Y, sobre un cristal ancestral, inscribir las palabras con roca de Lera. Acto seguido..."

-¡Vale, vale, está bien, aquel día no estuve atenta en clase! - Yume empezaba a dudar seriamente si en verdad le tomaban o no el pelo - ¿Por qué sois tan retorcidos?

Lyr se dirigió hacia la ventana, sin hacer caso aparente a las palabras de Yume, y, descorriendo las cortinas por completo, abrió la pesada persiana de par en par. La luz del Sol de mediodía irrumpió con fuerza en la habitación, iluminando toda la habitación al instante y dotando de una nueva dimensión a todo lo que rodeaba a Yume la cual, desde que se había despertado, se había visto envuelta en la penumbra.
Una miríada de sonidos y de aromas la invadieron, como una violenta marea: gritos de vendedores, risas, el traqueteo de los carros y un músico interpretando una alegre pieza en algún lugar no muy lejos de ahí. Desde la cama, solamente podía ver el cielo azul y los jirones de las nubes solitarias. Lyr se sentó en el borde de la ventana, sonriente y guiñándole un ojo.

Anie se sentó, de nuevo, a su lado, y le cogió de la mano mientras le mostraba una sonrisa abierta de par en par, algo que, como el llanto anterior, raras veces podía ver en la cara de su amiga.

-Hoy no te preocupes por nada más, Yume. Estamos a salvo.

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